Es un libro de viaje iniciático, de descubrimiento y fantasía, a la manera de los libros de viajes de los aventureros antiguos, a la manera de Cela o Labordeta, pero con su propia enjundia; donde sus dos protagonistas, unidos por el deseo de conocer y sentir, van recorriendo durante seis días y cinco noches las tierras de las comarcas Sierra de Albarracín y Comarca Comunidad de Teruel, y parte de las tierras del Rincón de Ademuz, con el único motor de sus piernas y de su corazón, transportando su hogar en sus mochilas al hombro y su tienda de campaña.
En el transcurrir del tiempo efímero de su deambular, entre yerbas y polvos, entre piedras y aguas, entre raíces y abrigos, van descubriendo tierras y paisajes que admiran, huelen, tocan y sienten; y se encuentran y comunican con algunas de las pocas personas que habitan en los pueblos, aldeas y caseríos aislados del entorno, que se transformarán en personajes entrañables en el avatar de un libro que se irá construyendo a base de pisadas de caminos y sendas; que se sumerge en el mundo rural y campesino, y transcurre en un tiempo en el que todavía no se hablaba de la España vacía, aunque ya lo estuviese en lugares como los que en él se describe.
Es un libro donde lo que se cuenta ocurrió y fue real, aunque deja su espacio para que vuele la fantasía del lector, que puede sentirse también caminante o acompañante de aventuras mientras lee el libro; y en donde los sentimientos de los dos protagonistas fluyen espontáneos y libres hacia la naturaleza que, a su vez, les responde con su belleza, su aliento y su soledad, y donde el sentimiento de afecto y ternura emerge entre ellos hasta el encuentro sensible y físico, como dos seres vivos más, que forman parte del entorno natural que van descubriendo, huella tras huella, entre el deleite, el derroche físico y el deseo de conocer y desear.
Son las andanzas y venturas de una pareja de amigos por pueblos y aldeas de las sierras del Sur Turolense y del Rincón de Ademuz, que podrían, también serlo, de lugares y rincones de otras comarcas lejanas o cercanas, que se desea conocer; y que se quieren y se nutren del agua de los ríos, del aire que respiran y del deseo del sentir del latido de sus corazones y de las personas-personajes con las que se encuentran en un mundo sencillo, humilde, duro, inmenso, hermoso y solitario; donde los murmullos del agua y del viento, los sonidos del rebaño de ovejas o de los pájaros, y las voces solitarias y amigas y confiadas de los pocos seres humanos con los que se tropiezan, deletrean y dan formas a las líneas que conforman los capítulos por donde el transcurrir del libro.
Castielfabib, Los Santos, El Cuervo, Alobras, Tormón, Jabaloyas, Valdecuenca, Saldón, Terriente, Moscardón, Toril, Masegoso, El Vallecillo, el Mas de san Pedro, El Membrillo, Arroyofrío, Cañigral, Veguillas de la Sierra, Arroyo Cerezo, Vallanca, Ademuz; el río Cabriel, el Ebrón, la sierra del Algarve, la Ose-Seca, los montes Universales, el Javalón, la Cruz de los tres Reinos; el corral del Concejo, Torre Cavero, las brujas y los cuervos, los ríos, las ramblas, barrancos y fuentes, cascadas y torrentes, ermitas y veredas; los árboles, matojos y eriales, corrales y chamizos…, entre otros, serán junto a los Brunos y Marías, tíos Cristóbal, Casimiro y Carmen, tíos Costa, los maquis y sus sombras, pastores del terreno y otros de nombre anónimos, serán, repito, los personajes principales de una historia de afectos y ternuras que sucedió en un tiempo, tal vez lejano, tal vez cercano, que hoy regresa, en la forma de este libro que hoy se ofrece para que tú, lector, te incorpores a él y lo disfrutes, y andes metido en medio de sus páginas, como lo hicieron la pareja de amigos que en su día lo vivieron y te lo van contando: uno con sus palabras, ambos con sus sentires, y en donde quien dicta las letras es el paisaje enorme, desolado y altivo, precioso y vacío de las preciosas tierras del sur de Aragón y confines del antiguo Reino de Valencia.