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Realidad invisible. Martta García Ramo

Eduardo Lozano

2023.

32 páginas.

25

x 25 cms.

Libro

Depósito legal: Z - 947 -2023

Catálogo de la exposición «Realidad Invisible», de la artista zaragozana Martta García Ramo que expone en el Palacio de Montemuzo (calle Santiago, 36) sus obras en óleo hasta el próximo 9 de julio.

La pintora muestra en este proyecto su interés por las personas y el ambiente urbano, grupos de personas que transitan por las ciudades, utilizando dos recursos que repite en gran parte de su obra, como son los Invisibles y el uso del Contorno como algo físico, tangible. Los protagonistas son los Invisibles, las personas que tienen su existencia cercana a la nuestra, que existen, pero que nos pasan completamente desapercibidos.

Para Martta «la mirada tiene poder y la obra de arte posibilidad de evidenciarlo, para cuestionar nuestra manera de ver, para cuestionar nuestras formas de reaccionar ante el mundo. En mi proceso artístico intento crear imágenes que inviten a ser examinadas.

Recorro las ciudades, tomo fotografías que luego utilizo para desarrollar mi trabajo. Una parte importante de este se basa en el encuadre de la obra, en la descripción de todos sus personajes, en las historias que nos cuentan… Los pasos de cebra, me permiten delimitar a esos personajes y hacer visibles a los invisibles. Me sumerjo en la multitud, una multitud que me atrae, me paraliza, me mueve, me sorprende, me arrastra, me agita…»

Sus imágenes tienen un aire contemporáneo que nos habla del día en que vivimos. Los personajes representados pueden ser cualquier persona que nos cruzaríamos en cualquier momento, incluso podríamos llegar a ser nosotros mismos. Los detalles y accesorios que aparecen en los cuadros también son los que nos rodean día a día: mochilas, carpetas, móviles, patinetes. Todos están a nuestro alrededor, forman parte de nuestro entorno, por ello les da su justo protagonismo.

La pintura de «Realidad Invisible» es muy visual. La obra atrapa al que la ve, y lo hace por su inmediatez y frescura. Esto se debe al reiterado uso de planos limpios y colores generalmente saturados, que convierten la exposición en un imán para nuestra retina.