La talla de la Virgen de la Silla de la Iglesia Parroquial de San Miguel de Fonfría (Teruel) posiblemente proviene en origen de la ermita de la Virgen de la Silla.
Se trata de una talla de época románica de los siglos XIII ó XIV realizada en madera policromada. De autor desconocido, es una imagen de ábside, cuyas dimensiones son 90 x 32 centímetros.
Representa a María entronizada, sedente, con el Niño en su rodilla izquierda, con una manzana en su mano derecha. El Niño sostiene en su mano izquierda el Libro de las Escrituras, mientras que la derecha la mantiene ligeramente levantada en actitud de bendecir.
La Virgen viste túnica rosácea que le llega hasta los pies. Sobre ella, un manto azul con forro amarillo, del mismo tono que la túnica del Niño. Decoran el manto, unos arabescos ondulados de color blanco en el borde del mismo. En el mismo tono, estrellas y otros elementos decoran la túnica del Niño.
Un cinturón azul ciñe la cintura de la Virgen, remarcando su estrecha cintura. Esta característica, junto con la tranquilidad que emana esta figura en reposo y su verticalidad, le da un cierto aire gótico más que románico.
El cabello de la Virgen es dorado, apreciándose dos cortes, uno a cada lado de la cabeza, de donde salen dos mechones ondulados que caen sobre los hombros.
Ostenta una corona, de dimensiones desproporcionadas, que no guarda relación con el tamaño de la talla. La decoración de la misma imita piedras preciosas y sirve de apoyo para la aureola de once estrellas y diez rayos, también de exageradas dimensiones.
No se puede corroborar la técnica concreta empleada, pero sí se aprecian técnicas distintas en carnaciones y en el resto de la figura. En las carnaciones, se ha utilizado una técnica grasa, lo que se confirma por la solidez que muestran estos pigmentos a los disolventes acuosos. El resto de la talla, se policromó con una técnica magra, ya que los pigmentos no tenían ninguna solidez al agua, mostrándose muy inestables. Por la calidad y textura de los pigmentos, parecía tratarse de un temple.
La imagen sufrió sucesivas intervenciones a lo largo del tiempo encaminadas a satisfacer las necesidades de cada momento. Se talla en los siglos XIII ó XIV, en una sola pieza a excepción de las manos derechas de la Virgen y el Niño, que, por necesidades técnicas, deben ser ensamblados posteriormente mediante espigas. Por cambios de gusto de la época, en fechas ulteriores, se reconvierte en Inmaculada Concepción, lo que conllevará cambios en su aspecto físico, tanto matéricos como de policromía.
Con toda probabilidad, la corona y los mechones de pelo, se añadirían con posterioridad, convirtiendo lo que era una talla románica del siglo XIII en una Inmaculada Concepción del siglo XVII, período en el que la iconografía de la Virgen Inmaculada es impulsada por los jesuitas. Así, se vuelve a tallar la melena de la Virgen, eliminando parte de la misma y añadiendo dos postizos, los mechones de los que se acaba de hablar.
Parece que la melena se redora, pues aparecieron restos de lo que podría haber sido la policromía original de su corona primitiva en la parte superior de la melena.
Fue repolicromada. Recibió una capa de pintura, aplicada en siglos posteriores a la factura de la imagen, alrededor del siglo XVII, de aspecto grosero y tosco, en lugar de ser debidamente trabajada, lo cual habla de la pretensión que se tuvo al reconvertir la imagen. La uniformidad de la policromía aplicada, es decir, la inexistencia de claros y oscuros, no ayudan a reforzar la belleza de la imagen y esto se puede comprobar, debido a las numerosas pérdidas que ha sufrido la repolicromía, en las cuales aparecen restos de lo que pudiera ser la policromía original: en la vestimenta rosada de la Virgen, se observó una policromía en tono más oscuro, con rojos y tierras; en el rostro de la Virgen, apareciendo lo que pudiera ser parte de la ceja original; en el trono sobre el que posa la Virgen en el cual aparece, bajo la decoración verdosa, restos de un dibujo más lineal en color azul y rojo sobre fondo blanco; finalmente, bajo el forro amarillo de la capa, y en el borde en su lado izquierdo, aparece otra capa plateada.
La belleza que pudo tener la imagen, fue eliminada con esta pintura. Tampoco se tuvieron en cuenta las gotas de cera que habían caído en ciertas zonas antes de ser repintada.
La Virgen de la Silla sufrió distintas alteraciones producidas por la devoción de sus fieles. Se descubren, en la superficie de la policromía, gotas de cera recubiertas por la policromía con la que se convirtió la talla en Inmaculada. Además, el borde amarillo del manto de la Virgen, a la izquierda, ha sido consumido ligeramente por las llamas, posiblemente de las velas empleadas por los fieles.
No hay que olvidar que en época actual también se intervino en la talla. En época reciente, se le colocaron, mediante tornillos, dos placas de metal destinadas a permitir pasar entre ellos y el cuerpo trasero de la talla, el palo con el que se sujeta la imagen a la peana en la que sale en romería. Dichos tornillos se introdujeron en la madera sin tener en cuenta si llegaban a atravesar o no la policromía, como se aprecia en los dos orificios dejados por los tornillos situados detrás del codo derecho de la Virgen.