El casco urbano de Graus se sitúa en la confluencia de los ríos Esera e Isábena, al pie de la escarpada Peña Morral. En el centro histórico se pueden distinguir tres sectores principales: el barrio Berrinchós, el más antiguo, el barrio de Las Pueblas, que fue el primer ensanche de la ciudad, y el entorno de la Plaza Mayor con su Casa Consistorial y notables casas de los siglos XVII y XVIII.
El origen de la villa de Graus se remonta, de acuerdo con la documentación existente, a la época prerromana ya que fue capital de los ilergetes de la Ripacurtia, que combatieron contra las tropas romanas en la Antigüedad.
En época medieval fue tomada por los musulmanes hasta su reconquista en 1083 por Sancho Ramírez, tras lo cual experimentó un gran crecimiento urbanístico gracias a un pensado plan de repoblación llevado a cabo en los siglos XII y XIII. Destaca de esta época la iglesia de San Miguel románica en origen y reformada posteriormente en estilo gótico y durante el barroco.
Su conocida Plaza Mayor data del siglo XVI, centuria de constantes luchas internas por la posesión del señorío de Graus, que entre 1480 y 1591 perteneció al Conde de Ribargorza. En torno a la plaza se dispersan notables ejemplos de esta época de desarrollo monumental como es la Casa de la Villa, edificio del siglo XVI de la que destaca su arquería en ladrillo mudéjar. Entre los edificios grausinos destaca considerablemente el Santuario de Nuestra Señora de la Peña, finalizado en 1556 por Juan Zenant y Juan de Marta, según planos de Josef de Porc, en estilo renacentista y construido sobre el antiguo santuario medieval en honor a la Virgen allí aparecida. El conjunto se articula en torno a un patio central y está integrado por la basílica, la capilla de San Juan de Letrán, las dependencias para la comunidad de los religiosos con el gran mirador y la antigua hospedería.
Solucionados los conflictos, la villa se renovó con construcciones de los siglos XVII y XVIII y se afianzó como centro industrial y mercantil de su estratégica comarca, muestra de ello es la Casa del Barón, edificio neoclásico construido en el siglo XVIII. En estos siglos se levantan también construcciones con fines religiosos como el Convento de Santo Domingo, el Convento de las Carmelitas y la iglesia de La Compañía.
En el siglo XIX, con las destrucciones de la Guerra de la Independencia primero y las Guerras Carlistas después, se produjo un grave descenso de población, aunque a finales del mismo, gracias en parte al impulso que supuso la presencia de Joaquín Costa, la ciudad volvió a recuperarse. Se conserva la Casa- Archivo de Joaquín Costa, en la que residió la mayor parte de su vida, y en la que permanece intacto su despacho de trabajo.
Muestra de la vida cultural de la villa a principios del siglo XX es la Casa del Orfeón situada en la calle Fermín Mur, sede del Orfeón de Graus, fundada en 1914 por Manuel Borguñó.
Durante la primera mitad del siglo XX Graus fue un importante foco político de los movimientos anarquista y republicano, lo que motivó la emigración de gran parte de su población militante a Francia tras la Guerra Civil, aunque en los años sesenta aún se construyó un nuevo ensanche.