La torre del castillo de Biel que hoy se puede contemplar debió ser construida en el siglo XI, en tiempos de Sancho el Mayor y Ramiro I. Por ser un importante enclave fronterizo fue de posesión real e incluso está documentada la estancia de Ramiro II en ella durante la tenencia de Castán de Biel, en el siglo XII. Esta situación continuó hasta el siglo XV en el que Martín I la cedió a Ramón de Mur. En 1444 sus herederos vendían el lugar con su torre al arzobispo de Zaragoza, Dalmau de Mur. En el siglo XVIII seguía en poder de los arzobispos, hecho paradójico ya que eclesiásticamente la villa pertenecía entonces al obispado de Pamplona. De este periodo de señorío arzobispal se conoce poco, exceptuando las obras de remodelación realizadas por Hernando de Aragón en 1551.
La torre se alza no lejos de la iglesia parroquial, en un montículo situado a una cota un poco más alta que el resto de la población. Aunque pudo tener algún recinto amurallado, lo más importante de la fortaleza es la torre de planta pentagonal, de 20 metros en sus lados mayores y 10 los menores, contando con una altura de 30. Su remate presenta un tejado a cuatro vertientes aunque pudo ser almenado. Presenta numerosos vanos en sus paredes, especialmente las situadas al este y al oeste así como algunas saeteras. Interiormente se articula en cuatro plantas de grandes dimensiones y debajo de la inferior, la bodega.