Se trata de un poblado ibérico construido hacia el siglo III a.C. y habitado hasta mediados del siglo I a.C., que conserva importantes restos de fortificaciones. El yacimiento presenta dos zonas diferenciadas: por un lado, un recinto sólidamente fortificado en el extremo del cerro y por otro lado, un recinto extramuros que se extiende por el resto de la zona superior del cerro hasta las primeras pendientes del cabezo Calapetre.
El recinto fortificado ocupa el sector sureste del yacimiento. El sistema defensivo se basa en el aprovechamiento de las condiciones del terreno, limitado por dos escarpes y un barranco. Las fortificaciones y un foso de 25 x 7 metros se hallan en la zona Norte, único acceso viable que no está aislado de forma natural.
Junto al foso se levantó una primera línea de muralla, de gran aparejo, con un trazado curvilíneo no impuesto por la naturaleza del terreno y de 4 metros de ancho, lo que facilitaba el camino de ronda. Este muro se rompe al alcanzar la pendiente junto al barranco noreste. Tras la primera muralla se encuentra un espacio libre de construcciones, con excepción de una de las torres del poblado que debió cumplir un importante papel en la defensa del poblado.
La segunda línea de muralla presenta mayor complejidad por la existencia de obras de flanqueo y refuerzo, así como por una serie de construcciones como es un lienzo de muralla más antiguo, en fuerte talud, sobre el que se adosa un muro de aparejo más regular y de mayor tamaño, con una torre cuadrada de ángulos abatidos. En el extremo Este de la muralla, pero exenta, se ubica una segunda torre de planta circular, completando este segundo recinto que no llega a aislar totalmente el núcleo interior habitado.
Otra de las torres existentes se encuentra en la parte central de la fortificación, adosada al lienzo pero sin formar parte de él. Esta torre es de forma rectangular, con los ángulos exteriores abatidos, redondeados mediante la talla de los bloques, con el fin de obtener mayor resistencia a los proyectiles lanzados por los agresores y suprimir los ángulos muertos en el tiro y la vigilancia. Presenta un notable ataludamiento y, por tanto, un estrechamiento progresivo de la planta.
El sistema de fortificación de este poblado, muestra la adopción de novedades al tener que hacer frente a ejércitos dotados de modernas maquinarias de asalto.
El Boletín Oficial de Aragón del día 18 de julio de 2001 publica el Decreto 134/2001, de 3 de julio, del Gobierno de Aragón, por el que se declara Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto de Interés Cultural, zona arqueológica, el denominado Poblado Ibérico del Cabezo de San Pedro o Torrejón de los Moros.