El poblado está ubicado en una pequeña elevación sobre la partida de La Horteta, en la orilla izquierda del Matarraña. A pesar de las degradaciones que conlleva el paso del tiempo, hoy todavía pueden verse los restos de las primitivas construcciones sacadas a la luz en aquel momento.
La disposición del hábitat se adapta a la morfología natural del terreno y ocupa la casi totalidad de los 800 m2 de superficie que tiene la cima del montículo. Las viviendas son de planta rectangular y de diferentes tamaños. Están adosadas las unas a las otras por muro de mayor longitud y se alinean en dirección Noreste/Suroeste, siguiendo el eje máximo del espolón rocoso. En su interior aparecieron restos de hogares y, en algunas, bancos adosados a la pared. Se conservan los zócalos de piedra asentados directamente sobre la roca base. Su aspecto es tosco y de aparejo irregular, con mezcla de piedras de diferentes tamaños.
El poblado estaba defendido por una muralla en la zona sureste, coincidiendo con la parte más vulnerable, que en este caso corresponde a la ladera que baja hasta el río. En el lado opuesto, más abrupto, la parte posterior de las casas hizo las funciones de muro defensivo, como ocurría en otros poblados de la zona.
En el lugar fueron hallados una gran cantidad de materiales cerámicos, entre los que predomina la cerámica manufacturada. Destacan las formas ovoides de superficies toscas decoradas a base de cordones, por lo general situados en el cuello. Coexisten con otras lisas menos numerosas, de acabado más fino, cuerpo de tendencia globular con decoraciones de acanalados e incisiones. Se encontró, además, un brazalete de bronce de sección cuadrada, molinos de mano barquiformes y unas pesas de telar circulares y semilunares.
La datación del poblado ha suscitado opiniones diversas. La más aceptada es la que sitúa su ocupación en el siglo VIII a.C., incluso en el IX a.C. Los que comparten esta opinión atribuyen una serie de materiales a los Campos de Urnas Recientes (800-700). Lo que parece evidente y unánimemente aceptado es que antes de que comenzase en la zona el proceso de iberización, el poblado ya estaba deshabitado.
Hay que señalar la existencia de restos tumulares en las proximidades del poblado que probablemente corresponderían a la necrópolis del mismo.