En este lugar se encuentra la fosa donde reposan los restos de las víctimas de la violencia política desatada por el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 contra vecinos de Ejea de los Caballeros y de las numerosas localidades desde donde fueron llevados a Ejea para ser asesinados. En el lugar de la fosa, el Ayuntamiento erigió en el año 2008 un monumento -memorial con los nombres de los 417 fusilados entre los que se encuentran 388 hombres y 29 mujeres pertenecientes a un total de 30 localidades. De estas víctimas 364 fueron registradas en la cárcel ejeana desde el 18 de julio al 31 de diciembre de 1936 y fusiladas en esos meses del llamado «terror caliente». Según figura en la documentación utilizada para la investigación de la identidad de estas víctimas la mayoría eran militantes y simpatizantes de las organizaciones que formaban el Frente Popular, bastantes de ellos con cargos directivos en las mismas. Entre ellos destacan ediles, funcionarios, profesionales liberales y trabajadores del campo y otros oficios, casi todos comprometidos de una u otra manera con la justicia democrática y el progreso. Entre ellos se encuentran los alcaldes de Sádaba, Asín, Orés, Luesia, Biota, Ejea o Tarazona junto con concejales de estos municipios y de los pueblos de Uncastillo, Farasdués, Biel, Alagón, Pedrola, Tauste, Gallur o Pinseque.
La Comarca de Cinco Villas había destacado en Aragón por su protagonismo reformista y de activismo político y sindical durante la etapa democrática republicana, posteriormente y con el triunfo de la sublevación de julio de 1936 también destacó por la magnitud de la represión contra la población civil. Por ello Ejea como cabecera de partido judicial, fue punto de llegada de detenidos y consecuentemente de asesinados. Durante los primeros meses tras el golpe militar contra la República, desde julio de 1936 hasta el 31 de diciembre de 1936, fueron detenidas e ingresadas en prisión un total de 501 personas. La cárcel de Ejea se convirtió en centro de arresto masivo de más de una veintena de localidades del entorno, principalmente de pueblos como Uncastillo, Farasdués, Luesia, Pedrola o Alagón. Fueron conducidos allí apresados de los pueblos pertenecientes a diversos partidos judiciales como los de Ejea, Sos, La Almunia o Borja.
El perfil de las personas asesinadas era variado, predominando las clases trabajadoras, en especial del campo. También hay pequeños propietarios y profesiones liberales que habían abrazado los intentos reformistas de la administración republicana. En cuanto a la edad de las víctimas esta oscila entre los 15 y los 70 años, con predominio de la franja de edad comprendida entre los 30 y los 49 años. Las mujeres suponen 7,7% de las personas fusiladas que ingresaron en la cárcel de Ejea.
Entre los diversos lugares donde se realizaban los fusilamientos, a menudo se llevaban a cabo en pueblos diferentes al lugar de residencia para favorecer el anonimato y crear miedo e incertidumbre en los familiares. Un lugar especialmente utilizado, fue las tapias del cementerio de Ejea, que se convirtieron en improvisado lugar de paredón en 1936. Por ello estas tapias del cementerio también son objeto de esta declaración como Lugar de Memoria Democrática de Aragón como símbolo de la represión y la violencia ejercida frente a las personas comprometidas con la República.
El lugar de la fosa estuvo olvidado durante muchos años, sin ningún tipo de señal o indicación, hasta que familiares de unos fusilados originarios de Pedrola comenzaron a depositar flores el día 1 de noviembre en el lugar, posteriormente en 1980 se construyó un monolito dedicado «a todos los muertos de la guerra civil española 1936-1939» y finalmente en 2008 el Ayuntamiento de Ejea construyó un monumento memorial sobre la fosa común, con los nombres de las 417 víctimas de la represión franquista.
En el año 2016, próximo al monumento memorial a las víctimas de la represión franquista se erigió un memorial con motivo del 70 aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Mauthausen, consistente en un monolito con una placa que recuerda a los siete ejeanos deportados a los campos de concentración nazis. Estas siete personas fueron combatientes de la República y después refugiados en Francia desde donde fueron deportados por los nazis al campo de concentración de Mauthausen, de los siete sólo tres sobrevivieron.