Figura de bulto redondo tallada en piedra arenisca de difícil interpretación, dada su mala conservación y su acabado un tanto tosco. Estuvo adosada a un muro, quizá en la portada de un templo. En la parte superior del objeto que lleva en la mano derecha hay un orificio que pudo destinarse a albergar un cuerpo cilíndrico. Ha perdido el brazo izquierdo y se le ha recolocado la cabeza no del todo correctamente. También presenta signos de haber sido reparada en su parte central, a la altura de la cintura.
Armengol la inventarió como una María Magdalena, tal vez por las características del recipiente poligonal que sostiene con la derecha que fue considerado como un frasco de perfume. Por otra parte lleva un adorno asociable a la figura de una venera en el escote del vestido, sobre el pecho, lo que incide en esta atribución.
Otros rasgos parecen desmentir esta identificación: la indumentaria, a manera de dos túnicas de diferentes longitudes y superpuestas, hacen pensar, más que en la vestimenta habitual en santas y vírgenes, en la dalmática y alba propias de los diáconos y monaguillos y, por extensión, de los santos diáconos y de los ángeles, que suelen aparecer vestidos como ellos. La forma del vuelo de la ropa corresponde más fácilmente a esta hipótesis y no a una figura femenina. Los rasgos sumarios de su rostro y cabellos hacen difícil precisar el sexo de la imagen. Puede ser una santo o bien un ángel, en cuyo caso el objeto que presenta sería un fragmento de columna, uno de los atributos de la Pasión de Cristo.
Existe la posibilidad, dada la reparación que ha sufrido la estatua a media altura, de que se trate de la unión de dos figuras distintas de una misma fachada o conjunto, que se recompuso.
Su datación es, por todos estos aspectos, compleja.