La reconquista de esta zona se produjo alrededor de 1171, cuando Alfonso II repobló Teruel. El lugar, antiguamente llamado Alva o Alava, perteneció en un principio a la Comunidad de Aldeas de Daroca, pero pasó a formar parte de la de Teruel, cuando fue creada esta última. Su castillo ya existía en tiempos de Jaime I y era de propiedad real. Al formar parte de la frontera entre Aragón y Castilla tanto el castillo como la población se vieron envueltos en las luchas entre ambos reinos durante el reinado de Jaime II. A mediados del siglo XIV, la reina Doña Leonor mandó reparar el castillo y construir el aljibe y otras obras. Dada su posición estratégica con Castilla, participó en la guerra de los dos Pedros, reforzándose de nuevo la fortaleza.
Las ruinas del castillo están situadas en la parte alta de la población, al lado de la ermita denominada de Santa Bárbara. Su planta es rectangular, de unos 30 por 20 metros, que se cierra con lienzos de muralla de buena mampostería de los que quedan dos, los de los lados norte y este, rematados por almenas y paso de ronda interior.
En un ángulo del lienzo Este se levanta la única torre conservada. Es de planta cuadrada, de 5 metros de lado y presenta una buharda amatacanada en la parte alta para la defensa de la puerta de ingreso, mientras que aparece otra puerta intramuros, pero está cegada; ambas son en arco de medio punto con dovelas. Así mismo se observan los vestigios de otras tres torres cuadradas, una en cada esquina y otra en el centro.