Se trata del poblado más extenso y monumental de los excavados en el término municipal de Mazaleón (Teruel) y que fue habitado entre los siglos VII y VI a.C. Se localiza en la parte superior de un cabezo, situado en la orilla derecha del Matarraña a su paso por el núcleo urbano. La situación del poblado es estratégica, con escarpes pronunciados sobre el río en la ladera Suroeste y sobre el Barranco de Rayos al Oeste.
El trazado urbanístico es irregular. No existen calles y las viviendas de planta rectangular aparecen yuxtapuestas. En la zona Norte se agrupan las de mayores dimensiones, apareciendo en el Sur unas edificaciones de planta cuadrangular, de menores dimensiones y con cierta tendencia reticular. En el conjunto se aprecia una única estructura circular cuya función no se ha podido determinar, aunque puede relacionarse con tareas de vigilancia, como torre o atalaya.
No han aparecido restos de muralla o de otro sistema defensivo, por lo que se puede deducir que quizás fueron los muros exteriores de las casas los que sirvieron para proteger el enclave, como es frecuente en otros poblados de la zona. El sistema constructivo presenta semejanzas en algunos aspectos con estos poblados, como el tipo de aparejo de piedras irregulares. No obstante, se aprecia una evolución y un mayor cuidado, apareciendo aquí los primeros revestimientos de barro, en algunos casos decorados con sencillos motivos geométricos.
Se han encontrado numerosos materiales en el yacimiento. Destacan las cerámicas de formas ovoides y globulares de superficies toscas con abundantes decoraciones plásticas a base de cordones lisos o digitados, formando motivos geométricos que cubren la mayor parte de la vasija. La cerámica fina, de superficies pulidas y espatuladas, es también muy abundante. Las formas más frecuentes son las de tendencia esférica con suave perfil en S, en ocasiones con pie elevado y borde exvasado, y las de perfil bicónico, también con pie destacado y exvasadas. Las decoraciones son muy variadas y con seguridad son lo más significativo de estas piezas. Aparecen motivos acanalados, incisos dibujando rombos o motivos geométricos, excisos y pintados en tonos rojos o granates y más raramente en amarillo y rojo sobre fondo negro. Aparece muy tímidamente la cerámica a torno, en ocasiones pintada con motivos muy simples de color rojo vinoso y formando bandas paralelas rectas u onduladas.
Otros materiales aparecidos son molinos de mano, pesas de telar troncopiramidales con una sola perforación, brazaletes de bronce, un regatón tubular y un fragmento de una figurita de bronce que representa un ave.
La necrópolis se localizó en las inmediaciones del poblado. Ocupa unas laderas de suave pendiente en torno al Barranco de Rayos y al denominado paso de la Casilnera. El conjunto funerario está compuesto por una veintena de túmulos y una cista, distribuidos en agrupaciones aisladas. Eran conocidos desde antiguo y la mayoría habían sido saqueados. Su relación con el poblado es indudable y así lo corrobora la similitud de gran parte de los materiales encontrados en el interior de algunos túmulos: formas esféricas con cuellos diferenciados, fragmentos de cerámica pintados en tonos rojos y amarillos formando motivos romboidales, identificándose con los ofrecidos por el poblado en sus fases más antiguas.
El Despoblado Ibérico de San Cristóbal fue declarado Monumento Histórico-Artístico en junio de 1931. Por Orden de fecha 11 de abril de 2002, se modificó la categoría del citado yacimiento, pasando a tener la consideración de Conjunto de Interés Cultural, zona arqueológica, de acuerdo con lo dispuesto en la Ley del Patrimonio Cultural Aragonés.
EXCAVACIONES
El yacimiento fue excavado entre 1916 y 1917 por Lorenzo Pérez Temprado entre 1946 y 1947 por J. Tomás Maigi y Juan Cabré y finalmente por Luis Fatás entre los años 2004 y 2006.
Entre 2005 y 2006 el Gobierno de Aragón promovió trabajos de limpieza, consolidación y estabilización estructural de los restos.Además se instaló un vallado perimetral en torno al yacimiento.