El Colegio de Santa María del Pilar, proyectado por los arquitectos José de Yarza García y José de Yarza Nordmark para la congregación marianista, es un buen ejemplo arquitectura contemporánea que destaca por su acertada implantación en el entorno, su cuidada volumetría, su composición, su funcionalidad y por no ajustarse a convencionalismos.
En el año 1968 finalizó la construcción de este complejo escolar. Se organiza en pabellones independientes relacionados entre sí a través de un corredor cubierto que discurre por la fachada oeste de norte a sur, permitiendo recorrer la totalidad de las dependencias del colegio a cubierto. En este eje se disponen los pabellones de enseñanza para pequeños, medianos y mayores, culminando en el edificio principal que contiene el polideportivo, los servicios generales y la residencia de la Comunidad. Como elemento singular y exento del resto, destaca la capilla, dispuesta frente al edificio principal configurando un espacio de acogida vinculado con el acceso al complejo.
Los tres pabellones de enseñanza constituyen unidades funcionales independientes proyectadas con un programa general común adecuado a cada grupo de alumnos. La volumetría de los tres pabellones difiere ligeramente siguiendo un esquema semejante de agrupación lineal de cuerpos regulares. Las fachadas hacia el sur destacan por el juego volumétrico de los cuerpos de aulas mientras que hacia el norte se resuelven de un modo más abstracto.
La capilla presenta una cubierta con forma de paraboloide hiperbólico apoyado en dos puntos y definido por dos piezas estructurales de hormigón armado, un arco parabólico y una gran viga en «V». Los dos apoyos de la cubierta están rodeados por pequeños estanques de forma irregular donde se recoge el agua de lluvia. En el interior, el templo sigue las prescripciones del Concilio de Vaticano II y configura un lugar para la reunión de la asamblea eucarística focalizado hacia el altar y con una fuerte carga simbólica, a pesar de su sencillez y austeridad.
El Colegio de Santa María del Pilar conserva gran parte de su autenticidad e integridad al no haber experimentado reformas que hayan alterado su imagen, salvo en el edificio principal cuyo interior ha sufrido muchas modificaciones.