La fortaleza fue construida en el año 1092 durante el reinado de Sancho Ramírez. Perteneció en 1097, al infante don Alfonso, luego conocido como el Batallador. Años más tarde, en 1167, fue donada a la Orden del Temple, con la misión de repoblar la zona y vigilar el camino entre Luna y Biel. En 1320 estaba de nuevo en poder de la corona, puesto que Jaime II la donó a su hijo don Alfonso y en 1343 Pedro IV la vendió al señor de Segorbe, don Lope de Luna. A partir de entonces pasó por diversos propietarios como Juan de Funes, Aldonza de Gurrea o Francisco Aragón, conde de Luna.
Esta fortificación está compuesta por una esbelta torre de planta cuadrada y obra de sillería más un recinto amurallado que la rodea. La torre, de unos 10 metros de lado y 12 de altura, estaba estructurada interiormente en tres plantas, de las que se conservan dos, ya que ha perdido la superior así como el remate. El piso que las divide está sostenido por un arco apuntado. El acceso a la torre se hace a través de una puerta en arco de medio punto y sobre ella se abren una saetera y una ventana en arco de medio punto de poca luz; otras saeteras aparecen por distintas partes de los muros.
El recinto se conserva en parte, también de sillería y cierta altura, con sus muros perforados por diversas saeteras y algún matacán de los que quedan las ménsulas.