Los únicos restos conservados de la fortaleza son los de la torre que tienen escaso desarrollo en altura y los de algunos tramos de la muralla repartidos por las laderas de la meseta. Fue uno de los castillos más importantes de la frontera de Aragón con Castilla. Su existencia se cita en las crónicas de al-Udrí y en el Cantar de Mío Cid. Fue conquistado por Alfonso I en 1120, poniéndolo bajo el gobierno de tenentes, dada su importancia. Pasó por diversas manos y fue escenario de acontecimientos: en 1175 pertenecía al señorío de don Beltrán de Santa Cruz, señor de Teruel, Alcañiz, Luesia y Ariza.
En 1200, el castillo de Ariza fue empeñado por Pedro II a Pedro Fernández para así reducir la crisis económica que afectaba a este territorio. Tras su vuelta a la Corona, en 1278, Pedro III mandó fortificarlo a Gonzalo de Funes. Durante la guerra de los Dos Pedros fue tomado por los castellanos en 1362 y tras su recuperación Pedro IV lo vendió a Guillén de Palafox en 1381. Un siglo despues fue atacado por el conde de Medinaceli en 1475.
Fue una fortaleza de gran extensión que ocupaba plenamente la meseta de un monte a cuyos pies se asienta la población. De planta muy irregular, debió estar estructurada en varios recintos concéntricos, encerrando entre sus muros una considerable superficie de unos 5.000 metros cuadrados.
La torre del homenaje, de la que quedan escasísimos restos, estaba situada sobre un espigón natural que avanza sobre la población. En su recinto, se sabe por fuentes documentales, se situaba tambien el palacio marquesal del que hoy no se conserva nada. El solar de la fortaleza está actualmente ocupado por una imagen del Corazón de Jesús.