Añón pasó a depender en 1140 de la orden de San Juan de Jerusalén, por donación de Alfonso I tras conseguir conquistar esta localidad. En 1357, Pedro IV mandó reparar sus defensas debido a la amenaza castellana. Durante las guerras carlistas su castillo fue de nuevo utilizado y actualmente está ocupado por diversas viviendas, aunque mantiene su aspecto de fortificación.
Está situado en la parte más alta de la localidad, no lejos de la iglesia. Su planta es un rectángulo de 30 por 20 metros de lado, con fábrica de mampostería irregular reforzada por sillares en las esquinas. Interiormente se organiza en torno a un patio central. En las esquinas se sitúan cinco torres más otra al lado de la entrada principal. Esta última es en recodo, con arco de medio punto al exterior y apuntado intramuros. Entre las torres destaca la situada en el ángulo noreste, con planta cuadrada de unos 9 metros de lado y 15 de altura, que pudo ser la del homenaje.
Del antiguo recinto todavía se conservan algunos lienzos importantes así como un portal, en arco ligeramente apuntado al exterior y rebajado hacia el interior. Además, en uno de los extremos se conservan los restos de un torreón de la muralla, de considerable altura, construido con piedras irregulares reforzadas por sillares en las esquinas.