Fañanás y su castillo fueron entregados por Pedro I al obispo de Huesca en 1097, es decir, al año siguiente de la condición de esta ciudad, figurando entonces como tenente Sancho Garcés de Carasvas. El señorio episcopal perduró siglos, salvo el breve período de su pignoración a la viuda de Dombuy en 1272, de quien debió pasar a Sancho de Antillón, ya que éste se comprometió a entregarlo al obispo si se le devolvía la deuda en 1290.
Los restos de lo que se denomina en la población como castillo se sitúan al lado de la iglesia parroquial, dedicada a San Juan Bautista, y consisten en unos muros de sillares con escaso desarrollo en altura derrumbado hace algunos años.
El castillo presentaba un escalonamiento en su parte superior, y en la zona sobre el río un pequeño talud y cuatro grandes pilares que actúa como contrafuertes. Sus dimensiones son 190 metros de longitud, de altura entre 1,5 y 8 o 9 metros y de anchura 1,65 metros. Cerca de sus restos se conserva un posible aljibe y fuente con sillares bien trabajados, algunos reutilizados en una construcción actual cercana.