La Casa Palacio, situada en la Calle San Roque, 17, en Quinto de Ebro, es un edificio, representativo de la arquitectura palaciega aragonesa de la segunda mitad del siglo XVI. Las noticias documentales sobre el origen de esta construcción no son muy explícitas, si bien en los libros de visitas pastorales del Archivo Parroquial de la localidad, se menciona al rector Agustín Porroche como promotor de la construcción del palacio, hacia 1570. La Casa-Palacio de Quinto de Ebro se adscribe fielmente al modelo de la tipología arquitectónica denominada «casa aragonesa». Es un inmueble construido íntegramente en ladrillo, de gran envergadura y prestancia, acentuadas por el hecho de presentar tres fachadas exentas. La casa consta de tres plantas y mantiene la primitiva composición de las fachadas, con huecos apenas modificados.
De las tres fachadas, la principal es la que presenta una composición más destacada. En la planta baja se abren dos portadas iguales, en arco de medio punto con amplias roscas de ladrillo, si bien están parcialmente modificados para alojar sencillas puertas adinteladas, coronadas por escudos de alabastro, muy erosionados. Completando esta planta hay unos amplios ventanales, algunos con una notable rejería. En la primera planta se dispusieron seis ventanales adintelados y ligeramente abocinados. La planta superior se abre con un mirador que se desarrolla a lo largo de las tres fachadas del edificio, una composición característica de la segunda mitad del siglo XVI, con vanos en arco de medio punto doblados separados por pilares y con impostas resaltadas en las bases, los antepechos y los arranques de los arcos. La construcción se remata con un alero de ladrillo volado.
El interior de la Casa Palacio es muy austero, se han realizado modificaciones pero se conserva parte de la estructura original, con los espacios organizados en torno a una escalera central que ha sido sustituida, destacando en la planta noble una amplia sala que ocupa la crujía delantera. Cabe reseñar los forjados de vigas de madera con extremos labrados con molduras en bocel. Aunque el edificio presenta la habitual articulación de las fachadas exteriores en consonancia con la distribución interior, carece de patio como articulador del espacio interior.
