De la sarga del Calvario de la Iglesia Parroquial de San Miguel de Alfajarín se encuentra documentación ya hacia los años 80, que habla de su presencia en la ermita de la Virgen de la Peña de donde se trasladó a la iglesia parroquial. Ésta ocupaba una capilla en el lado derecho de la nave, donde se exponía adosada al muro frontal y montada sobre bastidor. Se encontraba prácticamente oculta bajo unos cortinajes, sirviendo de telón de fondo a una escultura de bulto redondo de un Cristo Crucificado colocada delante de la sarga.
Se trata de una obra en soporte textil de fibras naturales de lino, formado por dos piezas de unas dimensiones de 87,5 x 215 centímetros aproximadamente cada una, unidas por una costura central vertical. El tipo de tela es de la llamada tafetán, muy utilizado hasta el siglo XVI.
El tema de este lienzo es el Calvario, momento de la Pasión de Cristo que tuvo lugar en el monte del mismo nombre (o Gólgota «lugar de la calavera») el día Viernes Santo. La escena se narra en los Evangelios Canónicos aunque los cuatro evangelistas nos ofrecen distintas versiones del momento así como incluyen diferentes personajes acompañando a Cristo.
Esta obra nos presenta a un Cristo sufriente, agónico, coronado de espinas, herido en el costado, que se representa con los ojos todavía entreabiertos y dirigiendo su mirada al grupo de mujeres que se encuentran a su derecha. Su rostro demuestra el sufrimiento que está padeciendo, sufrimiento quizás más espiritual que físico. Se nos muestra una imagen humanizada de Cristo, no la de un Dios triunfante sino de un hombre doliente. La representación del cuerpo semidesnudo de Cristo, ofrece al artista la posibilidad de realizar un estudio anatómico bastante realista.
A la derecha de Cristo aparece el grupo de las Tres Marías, también llamadas «mujeres pías».
Al otro lado de la cruz, vemos a San Juan y María Magdalena. San Juan, en el lado más exterior, aparece semiarrodillado, reposando la cabeza sobre su mano derecha, en la tradicional postura bizantina de doliente, apenado ante el drama de la escena que contempla, con lágrimas en los ojos al igual que el resto de los personajes. La figura de María Magdalena, más reclinada y próxima a la Cruz, pasa su brazo derecho por detrás de ésta abrazando así los pies del crucificado.
La escena tiene lugar en un espacio indeterminado, sobre un fondo de paisaje en el que se levantan al fondo una serie de edificaciones que nos remiten por sus características a modelos medievales nórdicos. Todo ello aparece enmarcado al espectador dentro de un marco arquitectónico, contemplando la escena desde una ventana.
El estilo de la obra corresponde al de la Escuela Aragonesa de finales del siglo XV dentro del denominado estilo gótico hispano-flamenco. La diferencia en la calidad de la factura entre las carnaciones y las vestimentas de los personajes hace pensar en la posibilidad de que nos encontremos ante una obra de taller en la que el maestro ejecutó anatomías y rostros de los personajes y a los aprendices se les encomendó la realización de ropajes y fondos.