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Marcelino Iglesias ha acompañado a S.A.R. la Infanta Doña Cristina en la inauguración del Museo Diocesano de Zaragoza y de la restauración de las torres de la Basílica del Pilar

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Más de 280 piezas distribuidas en 5.000 metros cuadrados de superficie conforman este museo

Del 28 de octubre de 2011 al


El presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, ha acompañado a S.A.R. la Infanta Doña Cristina en la inauguración del Museo Diocesano de Zaragoza y de la restauración de las torres de San Francisco de Borja y de Santa Leonor y de las capillas de San Juan Bautista y de San Antonio de Padua, en la basílica del Pilar. Al acto también han asistido las consejeras de Presidencia, Eva Almunia, y de Educación, Cultura y Deporte, María Victoria Broto.


Marcelino Iglesias ha recorrido con la Infanta algunas de las salas de este museo, que abre sus puertas al público el próximo 23 de marzo, miércoles, y que está ubicado en la parte más antigua de las llamadas «Casas del Obispo», estancias románicas, góticas, mudéjares y renacentistas, con importantes elementos arquitectónicos recuperados de las obras de restauración del Palacio Arzobispal. El presidente de Aragón ha contemplado así algunas de las más de 280 piezas distribuidas en los más de 5.000 metros cuadrados de superficie en los que se distribuye la colección de este museo con el que se completa la red de museos diocesanos de Aragón, cuyo objetivo es proteger, catalogar y salvaguardar el rico legado histórico-religioso de Aragón.


Torres San Francisco de Borja y Santa Leonor


En el caso de la torre San Francisco de Borja, el proyecto se ha dividido en dos partes: la restauración del exterior de la torre y la adecuación del interior para que, de una instalación industrial que contiene un ascensor que permite ascender al mirador instalado en la cima de la torre, se convierta en una atracción turística de primer orden, además de cumplir otros objetivos. En el caso de la torre Santa Leonor, el proyecto se ha ceñido al exterior. En ambas torres, el proceso de restauración y limpieza del exterior ha sido similar. La única diferencia la marca el pararrayos de la torre San Francisco de Borja, que se ha restaurado y se ha repuesto el cable de puesta a tierra.


En el exterior, se han realizado las siguientes actuaciones: consolidación del chapitel con dorado de la bola y protección y pintado de los elementos de fundición; repaso de las chapas de cobre, reposición de decoraciones perdidas y asegurado de los remaches; refuerzo estructural de las piezas de hierro de la media naranja y aguja del chapitel; sujeción y recibido de las piezas de piedra desprendidas de las jambas de los ventanales, capiteles y otros motivos ornamentales; limpieza, repicado y rejuntado de las fábricas de ladrillo de los dos tercios superiores de la torre para reponer el aparejo barroco y equilibrar el color de la torre con el de la simétrica recién terminada; eliminación de viejas rejas instaladas en algunos ventanales para evitar la entrada de palomas y sustitución de la carpintería deteriorada; limpieza de la piedra de las cornisas con reposición de sillares deteriorados y protección de las caras superiores con mortero de restauración; instalación de elementos disuasorios de las aves en el exterior de la torre eliminando posaderos y otros elementos atractores o facilitadores de las nidadas.


En cuanto al interior de la torre San Francisco de Borja, se han acometido las siguientes reformas: eliminación del tubo interior de fábrica de ladrillo que impide la transparencia de la torre haciéndola pesada y diferente a las otras tres; renovación del actual ascensor; sustitución de la carpintería metálica del mirador superior que afea el cuerpo de columnillas de la torre; creación en el tronco de cono del chapitel de una pequeña sala de descanso y exposición que corta el largo camino de ascenso al mirador superior desde la última parada del ascensor; utilización del interior restaurado de la torre como aliciente para aumentar el interés del viaje en un ascensor panorámico de cabina de cristal; creación de un atractivo mediante la vista desde la ciudad del movimiento del ascensor, potenciado por la iluminación de la cabina; eliminación del actual aspecto de instalación industrial del ascensor y aumento de la comodidad de los visitantes instalando calefacción y aire acondicionado tanto en la cabina como en la sala superior y mirador; y colocación de la actual maquinaria del ascensor en un pequeño recinto acristalado que permita verla con criterios museísticos.


En las torres se ha llevado a cabo un proceso de restauración y limpieza del exterior, completado en el caso de la de San Francisco de Borja con la adecuación del interior para que se convierta en una atracción turística de primer orden.

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