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Marta Almajano «Ay, Dulce Pena» Música española del siglo XVII
MARTA ALMAJANO «AY, DULCE PENA» MÚSICA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII
Lugar: Hecho (Huesca). Monasterio de San Pedro de Siresa
Fecha: 5 Septiembre 2009. 20 horas
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TONOS HUMANOS DEL SIGLO XVII ESPAÑOL
(por Cristina Diego Pacheco)
En la vida musical española del siglo XVII, dos son los ámbitos que dominan la producción: la Corte madrileña y la Iglesia. La primera se encargará de crear una música adecuada a los usos de la Corte, animados con fiestas y representaciones teatrales y musicales. La segunda, depositaria de un poder social e ideológico de primer orden en el país, generará un repertorio musical apropiado para el uso religioso. Así pues, parece acertado suponer que para la Corte se componen la mayor parte de las obras profanas, mientras que las obras sacras se reservan para las iglesias españolas. Sin embargo, existe una forma musical para la que esta distinción no aparece tan clara: el tono humano.
Un tono es una canción solista con texto generalmente profano que surge en el siglo XVII como resultado de la transmisión de dos repertorios fundamentales, el polifónico y el monódico. El primero de ellos es el que se desarrolla durante la primera mitad del siglo, siendo el Cancionero de la Sablonara el último y probablemente más significativo. En él se recogen los mejores tonos cantados en la Corte, a dos, tres o cuatro voces, sobre textos de conocidos poetas como Lope, Guevara, etc. Era el repertorio profano el preferido por cortesanos y aristócratas. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo aproximadamente, surge un nuevo repertorio de canciones profanas, esta vez para voz solista, que representan la continuación de la antigua práctica musical hispana de interpretación de una melodía acompañada por un instrumento polifónico. Esta práctica, sin embargo, nunca antes había encontrado un atractivo suficiente entre compositores cultos para ser puesta por escrito. Pero será a partir de la segunda mitad del siglo, cuando los compositores españoles, probablemente atraídos por el auge de la monodía en las óperas italianas, comience a escribir un gran número de tonos para voz solista, elevando así la canción monódica a la categoría de composición culta.
Las características musicales de los tonos humanos son su registro agudo, su melodía sencilla y su interpretación con acompañamiento de instrumentos como la guitarra, el arpa, el violón, la vihuela o el laúd. La guitarra, instrumento hispano por excelencia, desplazará progresivamente a la vihuela y laúd y será especialmente utilizada por el celebérrimo compositor de tonos humanos José Marín. Los tonos humanos presentan un contenido textual procedente de tres vertientes fundamentales, como son la musicalización de obras poéticas de autores de prestigio, la reutilización de canciones o danzas populares y, por último, su origen lírico, resultado de la extrapolación de canciones o aires de óperas y zarzuelas. Este último aspecto es de gran importancia, teniendo en cuenta que, los tonos humanos aparecen con frecuencia asociados a las óperas y zarzuelas que se interpretaban en la Corte durante la segunda mitad del siglo XVII.
Los tonos aparecen profundamente ligados a la vida cortesana madrileña. ¿Cómo explicar entonces la presencia, sobre todo en catedrales, de obras estrechamente vinculadas con los tonos humanos? En primer lugar, los estudios de correspondencia epistolar evidencian el interés de los Maestros de Capilla por estar al corriente de todo cuanto sucedía en la Corte, lo que incluye también la petición de las partituras allí interpretadas. En segundo lugar, uno de los principales procedimientos de composición musical religiosa es el de la contrafacta, ya sea textual o melódica, de modo que no debe sorprendemos que la Iglesia sea un centro de imitación de la melodía solística. En cualquier caso, es este intercambio entre música cortesana y religiosa el que ha permitido que buena parte del repertorio de tonos humanos, por otra parte disperso y poco abundante, se encuentre en fondos religiosos, sobre todo catedralicios, tanto de España como de las colonias americanas.
Los tonos humanos, a pesar de ser todavía relativamente poco conocidos del gran público, se presentan como uno de los repertorios más inspirados del Barroco español.